domingo, 16 de marzo de 2008

Valle de las Monjas

Abrí bien los ojos y ...ni valle... ni... monjas.
Abrí los ojos, revisé que tenía ganas de hacer (que sentía, que quería, que necesitaba, que se me antojaba) y junto con mi apreciado compañero de aventura recorrimos los escasos 3 kilómetros que nos separan del Valle de las Monjas, parte baja del Desierto de los Leones (donde, por cierto, por más que abras los ojos tampoco hay ni desierto, ni leones) y pasamos un excelente día y ahora, un día después me queda la aventura, claro, pero también reflexiones de aprendizaje. 
Me encanta el bosque, puedo ir a pasear cualquier dia, está tan cerca! 
Me gusta conocer-aprender platicando con la gente, después de una buena caminata terminé jalando una silla en la cocina del restaurantillo donde nos cocinaban un par de truchas y unas "quekas", platicando con las cocineras y bueno!...vivo en un territorio muy particular, es una comunidad muy antigua y actualmente hay una lucha constante entre comuneros y ejidatarios, hay fenómenos sociales interesantísimos, proyectos comunitarios manipulados politicamente, recursos naturales muy desaprovechados y bueno, dsifrute mucho la plática y que decir de la comida!  
Hasta que Juanjo lo dijo no había puesto atención a que suelo hacer eso, platicar con la gente, platicar de sus costumbres, de sus actividades, de sus motivaciones, y aprendo mucho al hacerlo.
La noche anterior salimos a buscar pan al pueblo, él no sabía que no es lo mismo un expendio que una panadería...son el tipo de cosas que he aprendido puebleando y ahora, después de la visita al Valle de las Monjas me doy cuenta que es lo mismo. Me encanta la gente, me encantan los pueblos y me encanta vivir en donde vivo!
Pienso que he disfrutado involucrándome en las "comunidades pueblerinas" en las que he vivido, la casa de mis papás, en donde crecí, esta en un barrio en coyoacan con sus tradiciones, costumbres y ambiente propio de pueblo, Don Erasmo, el verdulero me explicaba de verduras claro y me enseñó las partes del pollo (crudo, aguado y apestoso) y ahí etendí porque esos pedazos de carne se llaman pechuga, muslo, ala...no lo sabía hasta que ví el pollo completo y como lo partía.
Estoy disfrutando mucho escribir esto y vienen a mi mente muchos recuerdos!
"La Luz del Campesino" (casí me hace llorar este nombre) es la escuela primaria de un pequeño pueblo en Morelos en donde viví un tiempo y aprendí mucho! Estando ahí instalaron la primera línea de teléfono, si! y hubo una gran pachanga, como cuando un tractor aró por primera vez las tierras de la comunidad... Aprendí de y con los niños, los campesinos,  los caminos... Aprendí sobre mi, sobre la gente, sobre la naturaleza, sobre como funcionan las cosas, sobre el clima. Me acuerdo mucho del trabajo que me costaba integrarme porque al hacerlo tenía que aprender a manejarme considerando el muy claro rol que tiene la mujer en esa comunidad y mis inquietudes y curiosidad.
Me quedo con mis recuerdos, disfrutandolos y sacándoles un nuevo provecho al mirarlos desde otra perspectiva...desdé acá, la "suidad" un enorme abrazo a mis maestros, los recuerdo con respeto y agradecimiento y les recuerdo que la iguana no es lo mio!

2 comentarios:

Rodrigorp dijo...

Cómo siempre nos pintan a los citadinos como los "cultos y conocedores" y a los habitantes de los pueblos como ignorantes. Sin embargo cuando hablas con estas personas te das cuenta de la gran sabiduría que tienen sobre muchas cosas que podrían resultar más importantes (la naturaleza por ejemplo). Es muy interesante conocer a esta gente, siempre me ha interesado mucho nuestra historia y qué padre sería poder encontrarse con antiguos aztecas, mayas, zapotecas para que nos compartieran un poco de lo que sabían.

Ingrid dijo...

¡Me encanta! Abres tu mundo con tanta facilidad... te estás dando cuenta de cómo aprendes y de por qué eres como eres. No fueron dos horas las que te movieron, todo está volviendo a ti en forma de entendimiento. ¿No es increíble? Te lo dije, poco a poco... Un beso.